13.8.08



CSI Montevideo

(Esto increíblemente sucedió)


La última vez que lo vi fue en Punta del Diablo en el verano.
Me sorprendió su llamado en la tarde. Balbuceó una historia confusa de un enjuague bucal, una bolsa de nylon y un extraño líquido rojizo derramado en ella.
Mi pregunta de rigor fue si había ingerido el líquido desconocido. Su respuesta fue vaga, seguida de una catarata de interrogantes acerca de la posible procedencia de la misteriosa sustancia. De nuevo, pregunté si se sentía bien y si había consultado al médico. Cuando estaba a punto de darle el teléfono del CIAT, insistió en que necesitaba "de forma urgente" que lo ayudara a determinar el origen de esa mancha rojiza adherida al fondo de la bolsa del enjuague bucal. Le dije que esperara a la mañana siguiente, que yo pasaba por su casa a buscar la muestra de camino al laboratorio. Contestó que no tenía tanto tiempo para esperar y que ya me estaba mandando la muestra a mi casa en un taxi. Me pareció una locura, y a la vez, el mejor remedio para matar el espantoso tedio de mi tarde con gripe.
El envío llegó en menos de cinco minutos, junto a él en persona y no en taxi como habíamos acordado. Con sus manos envueltas en guantes quirúrgicos, sosteniendo con gesto de repugnancia la bolsita problema (la cual estaba envuelta en otras dos bolsas más por cuestiones de seguridad), me saludó.
Mi vista se detuvo un momento, no en la muestra, sino en quien la traía consigo. Estaba muy distinto a la persona de siempre, y más aún a la imagen que guardo en mi mente, aquella de cuando teníamos 15 años. Se había convertido casi en un ermitaño, de pelo enmarañado surcado por grandes entradas en la frente, y barba larga, con una flacura extrema evidenciada aún más por su atuendo (short, remera y chinelas hawaianas), un tanto estival para este agosto polar. En ese momento deseé que ninguna de mis vecinas chusmas se apareciera. Enseguida, con total tranquilidad y sin guantes, abrí las 3 bolsitas, a tiempo que intentaba atender las aceleradas interrogantes de mi amigo y apaciguar sus temores de haberse tragado accidentalmente la sangre de un desconocido. El temible líquido era en verdad una especie de gel color naranjita, con aspecto a shampoo volcado o jabón de glicerina que se había pegoteado al fondo de la bolsa. Ahí mismo (a la entrada de mi edificio) abrí la canilla del contador de OSE, y dejé caer unas gotas de agua sobre la bolsa. Después froté e hice espuma. Ves, le señalé para tranquilizarlo, la sangre no es de este color y además no hace espuma.
Me miró asombrado como si yo fuese Max Planck explicándole la teoría cuántica. Me dio las gracias, tomó la bolsita, la arrojó en el contenedor frente a mi casa, y así, sin quitarse los guantes, se subió a su auto.
Apenas se fue, y aún algo shockeada por lo bizarro de la situación, llamé a un amigo en común y le conté lo sucedido.
-No sabías nada? Contestó mi amigo. Hace meses que no sale de la casa. Está re paranoico y piensa que se va a morir infectado por algún germen. Hace poco nos avisó a mi hermano y a mí que sólo iba a dejar que fuera a visitarlo quien tuviera el carné de salud vigente.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo te creo loca... beso

PD: Aurita vuelvo...

Anónimo dijo...

Mi querida amiga, realmente solo a vos puede pasarte eso, en Casupá no pasa... jejejejej!!

Un beso grande!!
Cuidate!

Anónimo dijo...

Ja. Bizarro en serio... menos mal que era jabón!!

Lefty dijo...

Marian: Será que en Casupá alguna vez pasa algo? Me imagino que ya habrás agendado el **gran baile gran** del 25 en el "clú social"...tenés entradas? jejeje
Próximamente: Se viene "CSI Casupá",ni bien alguno se lastime con la piqueta me avisás:)
Besote!

Anonimous: Te reconocí por la posdata. Se le extraña, Agus.

Farolera: Qué bueno que pases por acá, bienvenida.

Anónimo dijo...

Querida A.:

Tu pág. está muy bien redactada.
Me parece bien que no expliques la conducta de tu protagonista alienado,para dejarla librada a la imaginación de cada uno, pero en medio de un
entorno que nos llena de maní­as, tal vez una sugerencia en su conducta, así fuera otra
manifestación de egoí­smo, ayudarí­a a la imaginación del lector a vincular al enfermo pusilánime con su contexto.
Seguí­ agregando material a tu blog.

Cariñosamente
Bernardo

Unknown dijo...

QUE EXTRAÑA HISTORIA...ME PREGUNTO MIENTRAS PIENSO...ES ASI, LA PARANOIA LLEVA AL INDIVIDUO A ALIENARSE POR COMPLETO,QUE FUERTE, COMO SUFRE , QUE DURO VER A ALGUIEN QUE SE VA ALEJANDO,QUE COMIENZA A PERDERSE EN SI MISMO...
Y QUE PODEMOS HACER NOSOTROS? SIMPLEMENTE ACOMPAÑAR Y BRINDARLE MUCHO AMOR.
ME GUSTO LA FORMA DE RELATARLO, MUY INTERESANTE, Y ADEMAS ME INVITA A LA REFLEXION, (ME TOCA MUY ESPECIALMENTE ESTE TEMA.
GRACIAS
BESO MAIA

Lefty dijo...

B:
Tus sugerencias sobre la forma de contar la historia tienen un valor enorme para mí, gracias:)

Mai:
Sí, es fuerte, lo que más me pega, creo, es el deterioro.